«Los canónigos de esta iglesia, temerosos de enfrentarse con el mencionado conde [Ramon Roger I de Foix], se refugiaron en la misma iglesia. [...] Por último se rindieron, entrando en el templo los crueles enemigos de la Iglesia, que sustrajeron, además de las campanas, todos los ornamentos litúrgicos, las cruces y los vasos sagrados, para destruirlos, no dejando en ella nada excepto las paredes.»
Pierre de Vaux-de-Cernay, Historia Albigensis.
El programa iconográfico de las pinturas
El programa decorativo de la capilla de santa Catalina refleja de manera simbólica los conflictos entre el obispado de Urgell y los grandes señores feudales de su entorno, los vizcondes de Castellbò y sus aliados, los condes de Foix. La Iglesia, especialmente durante el gobierno del obispo Ponç de Vilamur (1230-1257), acusaba a dichos nobles de proteger a la herejía cátara, identificando así a sus enemigos políticos con los enemigos de la fe cristiana.
Todo el programa iconográfico de la capilla se puede interpretar como una glorificación de la ortodoxia católica y de su triunfo dialéctico contra los herejes. La disputa de la santa con los filósofos paganos se leía en clave contemporánea como un reflejo de los debates y controversias entre cátaros y frailes dominicos. La escena del martirio, en cambio, quizás podría recordar la muerte del predicador fray Ponç de Planès, envenenado en la villa de Castellbò en 1237-1238. Por último, en el registro inferior, la presencia de la Santa Cena es una referencia directa al sacramento de la Eucaristía, cuyo valor dogmático negaban los cátaros explícitamente.